viernes, 20 de julio de 2007

Gen Forastero

Mi mayor sorpresa, desde luego, fue la primera visión de Riohacha, la ciudad de arena y sal donde nació mi estirpe desde los tatarabuelos.
Gabriel García Marquez
Vivir para contarla
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En esta foto puede verse a don Aldemar a punto de salir de viaje un día cualquiera de la década del 40. Lo acompaña su hermano Diego (de corbata), quien iba al pueblo más cercano (Salamina - Caldas) para asistir a la Iglesia.

En este mes que me mantuve lejos del blog pude acercarme a mucha gente que llevaba tiempo sin ver. La mayor alegría fue verme con Aldemar (sin lugar a dudas, el ser humano que más me ha querido) y viajar a su lado para recorrer carreteras, lugares y poblados que tenían profundo significado en su historia y su memoria, pero de las que yo no sabía nada por haber tenido la idea de venir al mundo cuando él ya no era un forastero. Fue el viaje que, como diría nuestro Gabo, me llevó a conocer el lugar en donde nació mi estirpe desde los tatarabuelos.


Escucharlo fue maravilloso. Hoy don Aldemar es un jovencito sonriente de gorra de paño (Ver foto) que se emociona recorriendo sus viejos lugares o contando apartes de la historia de la familia y los lugares exactos en los que sucedieron. Se le acelera el pulso mostrando por dónde caminaba cuando su forastereo lo llevaba a tal pueblo, recuerda a carcajadas los lugares donde nacieron los miembros de la familia (por alguna gracia que vino adjunta) y no se le nota en la voz el dolor de las malas noticias que alguna vez llegaron.

Muchos en la familia tuvieron que mudarse o viajar, pero de él es de quien heredé el gen forastero, y él lo heredo de sus abuelos, que abandonaron Antioquia para fundar un pueblo en medio de la nada, agarrado de las uñas a las montañas.

Don Aldemar desde sus 14 años comenzó a viajar por las empinadas montañas de Caldas llevando mulas de carga en caravanas que duraban varios días, luego recorriendo el país en camión, de andariego recogiendo café en tiempo de cosecha o pescador en tiempo de subienda, construyendo carreteras o de obrero en la ciudad. 20 años en esas lo llevaron a Manizales, donde finalmente se radicó y logró descansar de su forastereo en los 60

Recorrer esos lugares de Caldas, llegar a Salamina, seguir a San Félix o a Pácora, atravesar el páramo hacia Manzanares y Marulanda o los ríos hasta Aranzazu, La merced y Neira es bastante dificil hoy día, con buenas carreteras y buenos autos. no logro imaginarme cómo era en los días es que a lomo de mula era la única posibilidad. Hay que tener entrañas de forastero para haber vivido y viajado por esos lugares, explorado estas montañas y trabajado como lo hizo mi abuelo Aldemar, hay que saber largarse, conocer muchos keikes, haberse hartado, haber sentido que su destino pareciera regido por una moneda de tres caras, haber tenido una buena banda sonora de compañía, pero sobre todo saber regresar. Siempre va a ser esa la mejor noticia


El ocurro del año será sin duda este viaje con mi abuelo. Aprendí de mi ser forastero mucho más de lo que llevo escrito en este blog. Siempre será bueno regresar a su lado

4 comentarios:

Anónimo dijo...

De todo lo que he leido en el blog, este texto es el que mas me ha gustado...Abrazitos

El Forastero dijo...

Qué bueno, Joha!! ya era hora de que te gustara algo, tras 42 entradas :)

Besitos

Anónimo dijo...

tal cual lo narra el forastero, al Abuelo le brillan los ojos al comentar su regreso a la tierra de la que partió algun dia, y a la que regresó de la mano de su forasterito mas querido. que felicidad tener un abuelo con la vitalidad, y amor para brindar como Aldemar.

sugerencia...publica la foto con su mejor carcajada..auqnue este conmigo.

El Forastero dijo...

Próximamente, claro. Las historias de Aldemar vendrán por aquí con frecuencia. Es mucho lo que tiene para enseñarnos.

Gracias por venir, Hermanito